viernes, 25 de julio de 2025

EN OTRA VIDA

 EN OTRA VIDA | TOM KAULITZ FANFIC

CAPÍTULO 5


 La publicación fue puntual.

Viernes, 18:00 horas.
El videoclip de "Atada al mastil" se subió al canal oficial de Kitty Panda con una cuenta regresiva de 60 segundos, acompañada de una portada en blanco y negro con la silueta del mástil y un mensaje simple:

"A veces lo que más arde no es el fuego..."
—Kitty Panda.

Yo estaba en casa con Sky, Shasha y Reven. Todas apretadas en el sofá, con palomitas que nadie comía y el portátil conectado al televisor. El conteo final se volvió un estruendo en el pecho.

3... 2... 1.
Play.

La música empezó suave. Un eco, una atmósfera. Mi voz flotando con las primeras palabras, y luego... la imagen.

Yo, atada al mástil.
La plaza. Las sombras.
Y él.
Tom Kaulitz. Caminando entre la multitud, rompiendo la imagen estática con su mirada dolida. Con esa expresión que nadie podía fingir.

El videoclip duraba poco más de 4 minutos. Pero bastaron 30 segundos para que el internet se incendiara.

15 minutos después del estreno:

—Chicas... —dijo Shasha, mirando su móvil con los ojos abiertos como platos—. Ya somos tendencia número uno en Alemania. Y número tres en Twitter a nivel global.

Sky soltó un grito.

—¿Qué dice la gente? —pregunté, aunque ya intuía la respuesta.

Reven se acercó con su portátil, mostrándome la pantalla.

#TomKaulitzEnKittyPanda
#ReflejoEnTuSombra
#NuevaParejaDelRock

Y debajo, titulares:

💥 ¡Tom Kaulitz protagoniza el nuevo videoclip de Kitty Panda! La banda femenina del momento sube al siguiente nivel.
🎥 Tensión, fuego y simbolismo: El video que nadie esperaba, pero todos necesitábamos.
🔥 ¿Romance real o actuación brutal? El video de Kitty Panda deja más preguntas que respuestas.

—Mira esto —dijo Sky, mostrándome un clip sacado directamente del video, justo cuando Tom me toma la cara en la escena final, sus dedos temblando sobre mi mejilla, sus ojos vidriosos.

"Su química es ridículamente intensa. No puedo creer que esto no sea real." —decía uno de los comentarios más virales, con miles de likes.

Otros decían:

"¿Desde cuándo Tom actúa así? Esa mirada NO es actuación."

"¿Quién es t/n y por qué parece que le rompió el alma a Tom con solo existir?"

"Esto es un multiverso emocional. No puedo."

Y no faltaron los edits, los análisis de fans que comparaban el video con pinturas antiguas, símbolos de persecución, misticismo... incluso una cuenta que afirmaba que la escena tenía referencias ocultas a rituales medievales.

Todo explotaba.

Kitty Panda acababa de cruzar la línea entre lo emergente y lo inolvidable.
Y Tom... también.

Mientras tanto, en algún rincón de Berlín...

Tom veía el videoclip desde su estudio. Solo.

No dijo nada.

Solo se quedó viendo esa parte final. El momento en el que me miraba, atada. Y luego, cuando me rozaba la cara con desesperación.

Repitió la escena. Dos veces.

Bill: ¿Quieres explicarme por qué parece que te estás enamorando en un videoclip que ni siquiera es tuyo?

Tom no contestó.

Miró su reflejo en la pantalla en negro después de que terminara el video.

Y murmuró:

—Porque tal vez... ya lo estaba.

La mañana siguiente fue aún más intensa que la noche del estreno.

Yo desperté con el teléfono vibrando como si estuviera en medio de un terremoto. Notificaciones, mensajes, etiquetas. Las chicas también estaban recibiendo un tsunami digital. Pero esta vez no eran solo comentarios sobre el videoclip.

Se habían filtrado fotos.
No del video.
Del set.
Del detrás de cámaras.

Y eran muy claras.

Me levanté, todavía con la cabeza embotada, y abrí Instagram. Un perfil de fans de Tokio Hotel había subido una historia con el título:

"Esto NO estaba en el guion..." 👀🔥 #TomYNuevaChica"

Deslicé. Y ahí estaban.

📷 Foto 1: Yo y Tom entre tomas, él ajustándome el abrigo entre escenas, con las manos en mis hombros, mientras yo lo miraba directamente. Casi sonriendo.

📷 Foto 2: Sentados juntos en uno de los bancos de la plaza, tomando café de un mismo vaso. Muy juntos. Muy cómodos.

📷 Foto 3: Un ángulo desde lejos donde él me toca la cara, justo después de la escena final. Pero esta vez, sin cámaras rodando.

La publicación tenía miles de likes en menos de una hora. Comentarios por todas partes:

"¿Quién necesita Netflix con este nivel de tensión real?"
"Tom no la mira así ni a su guitarra."
"Ahora todo tiene sentido. EL VIDEO ERA REAL."
"Confirmadísimo: están juntos."
"🔥🔥🔥🔥🔥🔥🔥🔥🔥"

El fandom estaba dividido entre la histeria y el entusiasmo.

Algunas fans lo celebraban como la nueva power couple del rock alternativo.

Otras lo veían como una traición, como si Tom hubiera cruzado una línea imposible.

Y yo... solo quería respirar.

Ese mismo día, más tarde

Tom K. 💀:

—¿Las viste? —me escribió Tom, directo al grano.

t/n:

Las vi. ¿Tú?

Tom K. 💀:

A las 7:43 a.m. Bill me mandó un meme donde me pone con cara de "enamorado medieval". Literalmente.

t/n:

¿Y qué pensás?

Tom K. 💀:

Que ahora entienden lo que yo ya sabía.

Tragué saliva. El mensaje me dejó helada... y expuesta.
No porque estuviera equivocado.
Sino porque yo también lo sabía.

Más tarde, estábamos reunidas las cuatro en el estudio de ensayo. La gente seguía escribiendo, preguntando, especulando.

—¿Y entonces? —preguntó Reven, sentándose con los brazos cruzados—. ¿Van a negarlo, ignorarlo o besarse en un escenario para confirmar todo?

—Nada de eso —dije, intentando sonar tranquila—. No hay nada confirmado, ni nada que negar. Solo nos llevamos bien... y actuamos bien.

Sky me miró en silencio.
—Actuaste bien, t/n. Pero también te olvidaste de que había cámaras.

Shasha se acercó, bajando el volumen del portátil donde veíamos los memes virales.

—Si esto escala más... vas a tener que decidir. No si estás con él. Sino cuánto estás dispuesta a dejar que el mundo lo vea.

Y tenían razón.

Porque en el fondo... el video había abierto una puerta.

Y ya no se trataba solo de música, fama o fuego simbólico.
Era real. Y estaba ahí. Ardiendo.

Días después

Era una tarde lluviosa y gris, perfecta para sumergirse en horas de internet y dejar que las ideas fluyeran para la próxima canción. Las chicas estábamos en el estudio, cada una en su mundo, cuando Sky soltó un pequeño grito.

—¡Chicas, mirad esto! —nos llamó, señalando su laptop con emoción.

En la pantalla aparecía un video titulado:
"El significado oculto detrás de 'Atada al mastil' — La leyenda olvidada del siglo XVII"

El video comenzaba con imágenes antiguas del pueblo, bosque y ruinas que recordaban al videoclip. La voz del narrador era grave y pausada:

"En un pequeño pueblo alemán, encerrado entre los espesos bosques del siglo XVII, vivían Friedrich y María Elisabeth, dos jóvenes que se amaban con una intensidad que desafiaba las normas, la religión y las supersticiones de su época."

La pantalla mostraba dibujos antiguos de un herrero y una mujer con aspecto de sanadora.

Sky pausó el video y nos miró a las cuatro.
—¿Sabíais que la historia del video está basada en esta leyenda?

Shasha frunció el ceño.
—¿Leyenda? ¿Y por qué nadie nos contó esto cuando grabamos?

La voz del narrador continuó:

"Él era hijo de un herrero, callado y de alma noble. Ella, de cabello oscuro y ojos como el ámbar al atardecer, era conocida por recoger hierbas y preparar ungüentos que aliviaban fiebres y espantaban pesadillas. Algunos la llamaban 'sanadora', pero en los rincones más sombríos del pueblo, otros murmuraban una palabra con veneno: bruja."

Las imágenes mostraban un pueblo antiguo, con rostros duros y miradas sospechosas.

"Una noche de otoño, cuando los vientos parecían traer susurros de otro mundo, un niño cayó enfermo tras haber jugado cerca del bosque. La madre, consumida por el miedo, acusó a María Elisabeth de haberlo hechizado. En un instante, los rumores se convirtieron en certeza. El pueblo, enceguecido por el miedo, no necesitó pruebas."

—Eso explica mucho... —musité, con la mirada clavada en la pantalla.

La historia seguía, narrando cómo María Elisabeth fue llevada a la plaza, atada a un mástil, con Friedrich suplicando por su vida.
—"Friedrich, mi amor, no llores. Nada puede separarnos." —le dijo ella con voz firme antes de que la pira ardiera.

Un silencio pesado llenó la habitación cuando vimos la última parte.

"Dicen que en las noches brumosas, una figura camina entre los árboles, con el cabello revuelto por el viento y una flor marchita entre los dedos. Y a su lado, siempre, una silueta que sonríe como si el fuego jamás la hubiera tocado."

Reven rompió el silencio.
—Esa canción... esa letra... no es solo bonita. Es tristeza, dolor, amor eterno.

Asentí, con el corazón encogido.
—Y ahora entiendo por qué sentí que tenía que contar esta historia. Que era más que un video. Que era un homenaje.

Sky cerró la laptop y nos miró con una sonrisa triste.
—Esto le da un sentido completamente nuevo a lo que hacemos. Y a lo que  sentiste, t/n.

Yo miré por la ventana, el gris del cielo parecía reflejar lo que sentía por dentro.
—A veces, las sombras del pasado son las que nos iluminan el presente.


jueves, 24 de julio de 2025

EN OTRA VIDA

 EN OTRA VIDA | TOM KAULITZ FANFIC

CAPÍTULO 4

La madrugada de Berlín era más tranquila de lo que esperaba. Como si la ciudad, luego del frenesí de flashes y música, se hubiera quitado el maquillaje y ahora respirara en silencio.

Tom me había insistido en acompañarme hasta casa.
—No confío en los choferes de eventos. A veces desaparecen y terminas caminando por Kreuzberg con tacones a las tres de la mañana —dijo, con esa mezcla de humor y sinceridad que ya empezaba a reconocerle.

—No uso tacones —le contesté, metiéndome las manos en los bolsillos de mi abrigo—. Serían mi perdición.

Él se rió.

El viaje fue en silencio, pero de esos silencios cómodos. De fondo, la ciudad pasaba como una película en cámara lenta: escaparates cerrados, faroles temblando, un gato solitario cruzando la calle.

Cuando llegamos a mi edificio, Tom se bajó también.

—No voy a quedarme, tranquila. Solo me bajo para asegurarme de que entras viva —bromeó.

—Muy considerado de tu parte. ¿Servicio de seguridad personal incluido en la fama?

—No, es parte del paquete Kaulitz. Somos pesados, pero buena gente.

Sonreí, buscando mis llaves.

Antes de entrar, me giré hacia él.

—¿Quieres que... nos pasemos los números? Por si acaso, digo. Ensayos, conciertos, fiestas incómodas en el futuro...

—¿Solo por eso? —dijo, levantando una ceja.

—Bueno... y porque no me caes tan mal como pensaba —confesé.

Intercambiamos móviles. Nombres guardados, emojis irónicos, y una notificación nueva que decía:
"Tom K. 💀" ha sido agregado a tus contactos.

—Buenas noches, t/n. Y gracias por no odiarme del todo —dijo antes de alejarse.

—Buenas noches, Kaulitz.

Entré en casa, me quité los botines, colgué la chaqueta, y fui directo a la ducha. El agua caliente fue como arrancarse el día de encima. Me vestí con mi pijama favorito —camiseta vieja de una banda finlandesa y pantalones flojos con estrellas— y me tiré en la cama sin siquiera mirar el reloj.

Y entonces...
El sueño.

Todo empezó con neblina. Una plaza de piedra en un pueblo antiguo. Las casas tenían techos puntiagudos, las ventanas cerradas con tablas. No había luces eléctricas. Solo antorchas, fuego y voces lejanas.

Yo estaba descalza. Me arrastraban unos hombres con túnicas oscuras, rostros cubiertos. Alguien gritaba mi nombre, pero nadie hacía nada.

Frente a mí, en el centro de la plaza, había un mástil de madera ennegrecida, restos de ceniza en la base. Me ataban con cuerdas ásperas. La multitud observaba en silencio. Todos con los rostros borrosos. Menos uno.

Un joven entre la multitud lloraba. Gritaba desesperado. Suplicaba.
—¡Déjenla! ¡¡Por favor, no!! ¡Ella no hizo nada!

Lo reconocía... aunque no sabía de dónde. Su cara era real. Sus ojos estaban llenos de una angustia que me quemaba más que cualquier fuego.

Las antorchas se acercaban.

El fuego se encendía.

Y justo cuando la primera chispa tocaba la madera bajo mis pies...

Desperté.

Empapada en sudor. La camiseta pegada a la espalda. Mi corazón golpeando como batería en medio de un solo.

Miré el reloj. 4:39 AM.
Y por algún motivo, lo primero que hice fue mirar mi teléfono.

Una nueva notificación.

Tom K. 💀:

¿Estás despierta o soñando con cosas raras como yo?

Me quedé mirando el mensaje. Tragué saliva. Y por un segundo, sentí que el fuego... todavía estaba allí. Esperando.

El mensaje seguía ahí.

Me reí. No por gracia. Por nervios. Por ese tipo de risa que haces cuando no sabes si lo que te pasa es una coincidencia... o una advertencia.

Escribí rápido, sin pensar demasiado:
t/n: ¿Qué clase de cosas raras? ¿Aliens o pesadillas estéticas con calcetines disparejos?

La bolita que indicaba que escribía apareció. Luego desapareció. Luego volvió.

Tom K. 💀:
Nada. Tonterías. A veces tengo sueños extraños después de las galas. ¿Tú bien?

Suspiré. Me acomodé en la cama, mirando el techo como si allí fuera a encontrar respuestas.

Yo no estaba bien. Lo sabía. Aún podía sentir las sogas. Oler el humo. Escuchar la voz del chico gritando, como si me conociera de toda una vida. Pero en lugar de decirlo, escribí:

t/n: Estoy bien. Soñé una estupidez medieval, pero ya se me pasó. Duérmete, estrella del rock. Mañana seguimos siendo leyendas.

Le agregué un emoji de panda con gafas de sol para mantener el tono. Él respondió con un simple:

Tom K. 💀:
Buenas noches, chica de las sombras 🖤

Apagué el teléfono. Me giré en la cama.

Y entonces, lo supe. No sabía cómo, ni por qué. Pero él tenía algo que ver.

No era solo el mensaje. Era cómo lo envió justo en ese momento. Era su mirada durante la gala, sus palabras, su risa forzada. Como si supiera algo. Como si lo hubiera visto... o vivido también.

Pero no le dije nada.

No todavía.

No porque no quisiera. Sino porque algo dentro de mí —una voz pequeña pero firme— me decía que no era momento de hablar. Que si decía las palabras equivocadas, todo se rompería.

Así que me dormí. O al menos lo intenté. Esta vez no hubo llamas, ni gritos, ni mástiles. Solo oscuridad. Silencio. Y una certeza enterrada en el pecho:

Ese sueño no era solo un sueño.
Y Tom Kaulitz no era solo un guitarrista con buena sonrisa.


EN OTRA VIDA


 

 EN OTRA VIDA | TOM KAULITZ FANFIC

CAPÍTULO 3

Berlín nunca había brillado tanto.

Frente al Velodrom, la alfombra roja ardía bajo los flashes como una galaxia paralela. Cada paso que dábamos era una descarga eléctrica. Fans, prensa, cámaras, y esa sensación absurda de estar dentro de una película en la que tú eres la protagonista, pero todavía no sabes si vas a salir bien en la toma.

Kitty Panda llegó envuelta en un torbellino de luces. Shasha parecía salida de una editorial underground; Reven llevaba un traje negro de corte asimétrico que gritaba "poder"; Sky, fiel a su estilo cyberpunk, combinó plataformas con neón y cadenas. Yo... yo aposté por lo clásico: un vestido negro con transparencias sutiles, botas altas y maquillaje cargado en los ojos. Estilo Ciudad de Sombras, pero versión gala.

Nos llevaron a nuestras butacas justo antes de que comenzara la ceremonia. Filas delanteras. Y ahí fue cuando el corazón me dio un pequeño salto.

A mi derecha estaba Sky. A mi izquierda...
Tom Kaulitz.
Sí, Tom Kaulitz, el guitarrista de Tokio Hotel, con sus rastas recogidas, gafas oscuras y esa sonrisa torcida que parecía decir "sé que sabes quién soy".

—¿Eres t/n, no? —preguntó él, girando apenas la cabeza sin quitarse las gafas.

—Sí. Kitty Panda. Bueno, la vocalista. Tú eres... Tom. —Lo dije como si no lo supiera. Todos sabían quién era.

Asintió, casi aburrido, como si estuviera acostumbrado a la atención permanente.

—Vi su videoclip. El de Stadt der Schatten. Está... oscuro. Raro. Me gustó.

Me reí un poco.
—Eso lo tomaremos como un cumplido.

Hubo una pausa. La ceremonia comenzaba, pero el murmullo entre nosotros continuó.

—¿Y qué tal se siente estar nominada al lado de gente que lleva años en esto?

Lo pensé un segundo.
—Una mezcla entre surreal y terrorífico. ¿Y tú? ¿Ya te acostumbraste a que te reconozcan hasta en el baño?

Él se rió de verdad por primera vez.
—No. Nunca te acostumbras a los fans gritando mientras te lavas las manos.

Otra pausa. Esta vez más larga. Yo miraba el escenario. Él me miraba a mí.

—Pensé que serías más... no sé. Caótica. Rebelde. Tipo "no hablo con nadie y odio al sistema".

—Y yo pensé que tú serías un arrogante insoportable —le dije sin filtro, pero sonriendo. Él se rió otra vez.

—Touché.

El show comenzó. Las luces bajaron, el escenario estalló en color, y por unos minutos fuimos solo dos sombras entre miles. Pero algo cambió en ese pequeño cruce de palabras. No éramos iguales. No teníamos nada que ver. Y, sin embargo, algo se había abierto. Una puerta. Un puente. Una historia.

Reven me miró por encima de Sky y levantó las cejas con malicia. Yo fingí que no la vi.
Tom cruzó los brazos y se inclinó hacia mí.

—Te invito algo después, si sobrevivimos a esta locura —susurró, como si no importara nada.

—Solo si no me haces escuchar reggaetón —le respondí.

Él sonrió.
—Trato hecho.

Y así, entre aplausos, anuncios de premios y guitarras distorsionadas, la noche de la gala de Berlín empezó a volverse mucho más interesante.

La gala terminó entre aplausos, flashes y gritos que aún resonaban en los pasillos del Velodrom como ecos de otro mundo. Kitty Panda no se llevó el premio, pero nadie parecía preocupado por eso. Estar allí ya era una victoria. Una señal.

La noche no acababa. Afuera, una caravana de autos negros esperaba para llevarnos al after party oficial en un club privado del centro de Berlín. Las luces de la ciudad eran más brillantes de lo normal. O tal vez éramos nosotras las que ahora brillábamos distinto.

El lugar era un caos elegante: luces estroboscópicas, cócteles de colores imposibles y una playlist que alternaba The Killers con Depeche Mode. En una esquina, Reven y Shasha ya hablaban animadamente con Georg y Gustav; Reven soltaba carcajadas que rara vez se le veían fuera del escenario. Sky, como si lo hubiera hecho toda la vida, debatía sobre sintetizadores con Bill, el vocalista de Tokio Hotel, mientras ambos sostenían copas de vino blanco como si estuvieran en una reunión artística underground.

Y yo... yo estaba sentada en una esquina más tranquila del lounge, con Tom Kaulitz a mi lado, otra vez. Esta vez sin butacas numeradas entre nosotros. Solo una mesa baja, dos copas, y la música envolviendo la noche como una película sin guion.

—Tus amigas se están llevando bien con los míos —dijo Tom, mirando hacia el centro del salón.

—Lo noté —respondí, sonriendo—. Sky ya le ofreció a Bill colaborar en una canción. Le va a mandar loops esta semana.

Él se rió.
—Eso suena como algo que ella haría.

—¿Y tú? —pregunté, girándome hacia él—. ¿Siempre te escondes en las esquinas de las fiestas?

—Solo cuando hay alguien interesante con quien compartir la esquina —dijo, sin perder esa media sonrisa suya.

Rodé los ojos.
—¿Usas esa frase con todas las bandas nuevas?

—Solo con las que no me soportan a la primera —respondió, encogiéndose de hombros.

Ambos reímos. Y en esa risa, algo se aflojó. La incomodidad, las etiquetas, los estereotipos. Se desvanecieron con el humo artificial y el bajo de la música.

Mientras hablábamos, miré a mi alrededor. Shasha ya estaba sacando fotos con Gustav y apuntando ideas para un concepto visual conjunto. Reven le enseñaba a Georg uno de nuestros primeros demos grabados en un iPod antiguo. Y Sky... bueno, Sky se había adueñado del DJ por cinco minutos y había puesto Stadt der Schatten a todo volumen.

Tom levantó la ceja, sorprendido.
—¿Están poniendo su propia canción en una fiesta en la que están ustedes?

—¿Orgullo o egocentrismo? —dije, dándole un sorbo a mi trago.

—Brillante estrategia —respondió él, alzando su copa—. A su salud, t/n.

Chocamos las copas, y en el reflejo del vidrio, vi algo que no esperaba: un momento real, fuera de poses y fama. Solo personas compartiendo música, risa y algo parecido a futuro.

Y por primera vez en mucho tiempo, pensé que este mundo —tan enorme, tan rápido, tan brutal a veces— quizás tenía lugar no solo para nuestras canciones... sino también para nuevas amistades. Nuevos vínculos.

Quizás incluso algo más.

🎤🎸🎤🎸🎤🎸🎤🎸🎤🎸🎤🎸🎤🎸🎤🎸

Holi Holi, soy Milky, la creadora de este fanfic , en esta historia Sky y Raven son gemelas, aunque eso no importa mucho en la historia jsjsjsj. Por si no queda muy claro, T/n canta, Sky toca la guitarra, Raven el bajo y Shasha la batería. Espero que os guste la historia. CHAOOOOOO 💗

TAMBIEN ESTA EN WATTPAD LA CUENTA ES @miilkkyy


EN OTRA VIDA

 EN OTRA VIDA | TOM KAULITZ FANFIC

CAPÍTULO 2

 El zumbido de mi despertador explotó como una alarma de incendio justo cuando soñaba que estaba en un escenario gigante, con miles de personas coreando nuestro nombre. Me giré lentamente, sintiendo el peso del sueño pegado a los párpados, y lo apagué sin dignidad. Eran las 6:47 AM. Otra vez tarde.

—Genial, t/n... vas a llegar a la uni con ojeras de zombie —murmuré para mí misma, arrastrándome hasta el espejo de mi habitación.

Mientras me aplicaba un delineado imperfecto —porque, sinceramente, la perfección me aburre—, mis pensamientos volvieron, como casi todas las mañanas, al día en que todo comenzó. A veces me cuesta creer que hayan pasado dos años desde que Kitty Panda dejó de ser solo una idea loca que nació entre cafés fríos, cuadernos rayados y tardes eternas de instituto con mis mejores amigas: Reven, Sky y Shasha.

Éramos solo cuatro chicas de secundaria con una obsesión compartida por la música alternativa, los gatos y todo lo visualmente caótico. Una vez, Sky dijo en broma que nuestro estilo era como si Paramore y Tokio Hotel tuvieran un hijo que se crió en Tumblr. No sé si eso tiene sentido, pero nos hizo reír tanto que lo pusimos en nuestra biografía de MySpace.

El verdadero inicio fue una tarde de otoño. Estábamos en la habitación de Shasha, grabando una demo casera con un micrófono prestado y rodeadas de pósters de bandas alemanas noventeras. La canción se llamaba "Stadt der Schatten"(Ciudad de sombras), y era una especie de poema oscuro que yo había escrito una noche en que no podía dormir. Reven le puso un riff de guitarra brutal, Sky metió esos sintetizadores que parecían salidos de una pesadilla futurista, y Shasha... bueno, ella convirtió todo en arte visual. Fue su idea hacer un videoclip en blanco y negro por las calles vacías de Leipzig, con maquillaje corrido y luces de neón.

Lo subimos a YouTube sin ninguna expectativa. Solo queríamos compartirlo. Pero al día siguiente... boom. 30 mil vistas en una noche. Luego 100 mil. Luego entrevistas. Gente etiquetándonos en Twetter, haciendo edits con nuestras caras, incluso teorías sobre qué significaba exactamente "Ciudad de Sombras". Algunas eran mejores que las que yo misma había pensado.

Me puse el suéter negro que siempre me hace sentir como si tuviera mi propia banda sonora al caminar, y agarré mis audífonos. En el fondo de mi mochila, seguía guardando el primer flyer que hicimos con rotuladores y pegamos en la cafetería del colegio. Solo decía:
"¿Estás listo para entrar a la Ciudad de Sombras? — Kitty Panda"

Hoy,ya nadie nos pregunta quiénes somos. Nos reconocen por la calle. Nos invitan a festivales. Pero en el fondo, sigo siendo la misma t/n que escribe letras en las servilletas del desayuno y canta en voz baja en el tranvía. La diferencia es que ahora... alguien las escucha.

Después de la universidad quede con mis amigas en la misca cafetería de siempre.Las tazas de café humeaban frente a nosotras, llenando el aire de la pequeña cafetería con aroma a vainilla y charla ahogada por música lo-fi de fondo. Café Mokka, nuestro refugio de siempre. El tipo de lugar donde podías hablar de conspiraciones sobre la industria musical o planear tu próximo videoclip en una servilleta arrugada.

Estábamos las cuatro sentadas en nuestra mesa de siempre, justo al lado de la ventana. Shasha hojeaba una revista de moda alternativa; Sky estaba editando unos loops en su portátil, como siempre, y Reven... Reven tenía esa mirada. La mirada de "voy a soltar una bomba".

—Chicas —dijo, dejando su móvil sobre la mesa—. Agárrense de sus tacitas de café, porque esto no es un simulacro.

Sky levantó una ceja.
—¿Qué pasó ahora? ¿Otra banda nos plagió el logo de gato con antifaz?

Reven soltó una risa nasal.
—No. Esto es serio. Acaban de mandar un correo de MTV Alemania. Kitty Panda está nominada a los MTV Europe Music Awards... en la categoría de Mejor Artista Nuevo.

Por un segundo, el mundo dejó de sonar. Shasha dejó caer la revista, Sky parpadeó como si no hubiera entendido bien, y yo... bueno, creo que grité.

—¡¿QUÉ?! —casi tiré mi chai latte encima de mi suéter—. ¿Estás segura? ¿No es una broma?

Reven giró el móvil para que todas viéramos la pantalla. Allí estaba: el logo oficial, el correo confirmado. Nominadas. Nosotros. Kitty Panda. Entre gigantes.

—Y escuchen esto —añadió con una sonrisa que le ocupaba media cara—. En la misma gala van a estar bandas como Cinema Bizarre, Tokio Hotel, Linkin Park, Foo Fighters, Red Hot Chili Peppers, U2, The White Stripes, The Killers, Muse, Green Day, Blink-182... y sí, también Coldplay.

El silencio se transformó en caos. Shasha gritaba cosas como "¡tengo que rediseñar todo nuestro estilo visual YA!", Sky ya estaba buscando fotos del evento anterior, y yo... me quedé quieta, viendo nuestras caras reflejadas en la ventana empañada.

Habíamos llegado.

—¿Ya dijeron cuándo es? —preguntó Sky, con los ojos brillando detrás de sus gafas—. ¿Tenemos tiempo para comprar vestidos o vamos a ir vestidas como en los ensayos de garaje?

—Es en dos semanas. En Berlín. Y sí, necesitamos ver qué vamos a ponernos —dijo Reven—. No pienso estar en la misma gala que Muse con estos jeans rotos que uso desde noveno grado.

La decisión fue unánime. Pagamos lo justo, dejamos propina en monedas de colores, y salimos como si el viento nos empujara directo a un nuevo capítulo.

—¿Centro comercial? —preguntó Shasha, acomodándose su bufanda como si fuera una diseñadora en plena Fashion Week.

—Centro comercial —dijimos todas al unísono.

Caminamos por las calles con la energía de quien está a punto de vivir algo gigante. Berlín ya se sentía diferente. Como si supiera que algo se estaba gestando. Íbamos a elegir la ropa con la que subiríamos a nuestra primera alfombra roja, y aunque todavía no sabíamos si íbamos a ganar o no... una cosa estaba clara:

Kitty Panda ya era parte del mundo grande. Y no íbamos a pasar desapercibidas.

EN OTRA VIDA


 EN OTRA VIDA | TOM KAULITZ FANFIC

CAPÍTULO 1 

En un pequeño pueblo alemán, encerrado entre los espesos bosques del siglo XVII, vivían Friedrich y María Elisabeth, dos jóvenes que se amaban con una intensidad que desafiaba las normas, la religión y las supersticiones de su época.

Él era hijo de un herrero, callado y de alma noble. Ella, de cabello oscuro y ojos como el ámbar al atardecer, era conocida por recoger hierbas y preparar ungüentos que aliviaban fiebres y espantaban pesadillas. Algunos la llamaban "sanadora", pero en los rincones más sombríos del pueblo, otros murmuraban una palabra con veneno: bruja.

Una noche de otoño, cuando los vientos parecían traer susurros de otro mundo, un niño cayó enfermo tras haber jugado cerca del bosque. La madre, consumida por el miedo, acusó a María Elisabeth de haberlo hechizado. En un instante, los rumores se convirtieron en certeza. El pueblo, enceguecido por el miedo, no necesitó pruebas.

La llevaron a la plaza con las manos atadas, el vestido sucio y el rostro sereno. Friedrich suplicó, gritó, se arrodilló ante el alcalde, ante el pastor, ante Dios mismo. Pero nadie escuchó. Los que un día la habían llamado "ángel" ahora pedían fuego.

—Friedrich, mi amor, no llores. Nada puede separarnos, le dijo ella antes de que encendieran la pira. Su voz era firme, como si ya estuviera más allá del dolor.

Él la vio arder, y en sus gritos no escuchó el fuego, sino los ecos de su amor, los paseos entre los tilos, las promesas hechas en susurros bajo la luna. Cuando todo fue ceniza, Friedrich caminó en silencio hasta el viejo puente de piedra, desde donde se divisaban las ruinas del molino donde se besaron por primera vez.

Allí, con una carta en la mano y el nombre de María Elisabeth en los labios, se arrojó al río.

Dicen que en las noches brumosas, una figura camina entre los árboles, con el cabello revuelto por el viento y una flor marchita entre los dedos. Y a su lado, siempre, una silueta que sonríe como si el fuego jamás la hubiera tocado.



EN OTRA VIDA

  EN OTRA VIDA | TOM KAULITZ FANFIC CAPÍTULO 5   La publicación fue puntual. Viernes, 18:00 horas. El videoclip de  "Atada al mastil...